“ El cuidado de una
mascota en el aula”
Podemos decir que existe
cierta reticencia a crear un rincón de la naturaleza, dentro del aula, donde
albergar una mascota. Las razones pueden
ser varias, como por ejemplo el desconocimiento en el cuidado, la dependencia
que crea a lo largo del curso en períodos vacacionales, puentes, etc o el
trabajo que añade a la labor diaria. Lo
que sí es cierto es que, por parte de los niños/as, hay un entusiasmo por “la
adopción” de una mascota por parte del grupo.
Las experiencias
que hemos vivido han sido múltiples. De
ellas podemos señalar el cuidado de gusanos de seda, hamsters, canarios,
tortugas o conejos. Todas participan de
una serie de características comunes que nos parece importante señalar. Fomentamos la responsabilidad, el
conocimiento de hábitos de comportamiento de estos animales, su ciclo vital con
especial importancia de la reproducción y la participación activa en las tareas
de cuidado, limpieza y alimentación.
Una de las
experiencias más gratificantes ha sido el cuidado de nuestra coneja
“Luna”. Las mascotas, y Luna en
concreto, llegan a nuestras aulas como donación de alguna familia que “se cansan”
de tener un animalito en casa. El rostro
de los niños y niñas cuando apareció esta mascota en nuestra aula puede
describir perfectamente la intensidad de la vivencia que supone para ellos/as.
El responsable del día es el encargado de llenar el comedero, poner agua y colaborar
en la limpieza de la jaula. Hay muchos
niños y niñas que se acuerdan en casa y aparecen con una zanahoria como regalo
para nuestra mascota. Luna, nuestra
coneja, pasea por el aula mientras los niños y niñas realizan el trabajo de
mesa. Camina o corretea entre las
piernas de los niños y niñas como algo natural, en un espacio común: el aula.
Existen
momentos muy especiales, como el alumbramiento de las nuevas crías, en que la
expectación se hace extrema. Primero nos
anuncia el acontecimiento con la acumulación de pelo, que se arranca, lo
acumula en una zona de la jaula y poco después habrá un movimiento bajo este
pelo que es la clara evidencia de las nuevas crías. Cada mañana hay un momento para asomarse a la
jaula y ver crecer, poco a poco, a unos gazapos que harán las delicias de los
niños y niñas dando sus primeras carreras por el aula. Estas crías son adoptadas por las familias
que están dispuestas a cuidarlas con responsabilidad. Los niños y niñas traen una nota escrita de
casa en la que se comprometen a cuidarlas.
La fama de
nuestra mascota trasciende los límites del aula y se convierte un poco en el
patrimonio de nuestro colegio. Creemos
que estas experiencias pueden desarrollar el respeto por el mundo animal. De este respeto dependerá, en mucho, nuestro
futuro. Opinamos que nuestro sistema
educativo debe pretender ser una preparación para el futuro en el que se
asegure una intensa preocupación por la supervivencia del planeta.
JORGE SÁNCHEZ DE PUERTA REY.
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