lunes, 17 de noviembre de 2014

UNA MASCOTA EN EL AULA

“ El cuidado de una mascota en el aula”



Podemos decir que existe cierta reticencia a crear un rincón de la naturaleza, dentro del aula, donde albergar una mascota.  Las razones pueden ser varias, como por ejemplo el desconocimiento en el cuidado, la dependencia que crea a lo largo del curso en períodos vacacionales, puentes, etc o el trabajo que añade a la labor diaria.  Lo que sí es cierto es que, por parte de los niños/as, hay un entusiasmo por “la adopción” de una mascota por parte del grupo.

Las experiencias que hemos vivido han sido múltiples.  De ellas podemos señalar el cuidado de gusanos de seda, hamsters, canarios, tortugas o conejos.  Todas participan de una serie de características comunes que nos parece importante señalar.  Fomentamos la responsabilidad, el conocimiento de hábitos de comportamiento de estos animales, su ciclo vital con especial importancia de la reproducción y la participación activa en las tareas de cuidado, limpieza y alimentación.

Una de las experiencias más gratificantes ha sido el cuidado de nuestra coneja “Luna”.  Las mascotas, y Luna en concreto, llegan a nuestras aulas como donación de alguna familia que “se cansan” de tener un animalito en casa.  El rostro de los niños y niñas cuando apareció esta mascota en nuestra aula puede describir perfectamente la intensidad de la vivencia que supone para ellos/as. El responsable del día es el encargado de llenar el comedero, poner agua y colaborar en la limpieza de la jaula.  Hay muchos niños y niñas que se acuerdan en casa y aparecen con una zanahoria como regalo para nuestra mascota.  Luna, nuestra coneja, pasea por el aula mientras los niños y niñas realizan el trabajo de mesa.  Camina o corretea entre las piernas de los niños y niñas como algo natural, en un espacio común: el aula.

Existen momentos muy especiales, como el alumbramiento de las nuevas crías, en que la expectación se hace extrema.  Primero nos anuncia el acontecimiento con la acumulación de pelo, que se arranca, lo acumula en una zona de la jaula y poco después habrá un movimiento bajo este pelo que es la clara evidencia de las nuevas crías.  Cada mañana hay un momento para asomarse a la jaula y ver crecer, poco a poco, a unos gazapos que harán las delicias de los niños y niñas dando sus primeras carreras por el aula.  Estas crías son adoptadas por las familias que están dispuestas a cuidarlas con responsabilidad.  Los niños y niñas traen una nota escrita de casa en la que se comprometen a cuidarlas. 


La fama de nuestra mascota trasciende los límites del aula y se convierte un poco en el patrimonio de nuestro colegio.  Creemos que estas experiencias pueden desarrollar el respeto por el mundo animal.  De este respeto dependerá, en mucho, nuestro futuro.  Opinamos que nuestro sistema educativo debe pretender ser una preparación para el futuro en el que se asegure una intensa preocupación por la supervivencia del planeta.

JORGE SÁNCHEZ DE PUERTA REY.

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